Llevamos algo menos de dos semanas aquí y tenemos todo
bastante esquematizado ya, horarios en la cocina, horarios en las clases,
horarios para acostar a los niños… Nuestro papel aquí, ahora que ya nos hemos
hecho a la idea más o menos, consiste en ser una especie de navaja suiza.
Formada por herramientas del tipo de, padres, educadores sociales, psicólogos,
profesores y un largo etcétera bastante camaleónico, ya que, a pesar de la
rutina que hemos mencionado antes, todos los días son una aventura. Un día, un
incendio en el orfanato, otro, una inundación en nuestra casa y el primer día,
nada más aterrizar, en el mismo parking del aeropuerto, empujando un coche que
se quedó sin batería.
Además de que las aventuras vengan a nosotros, también vamos
en busca de ellas. Esta misma semana, hemos pasado un par de días en Quito, la
capital, en casa de Amparo, la coordinadora del proyecto que muy amablemente
nos acogió en su apartamento. Recorrimos la extensísima ciudad con Milton, el
chofer que hemos contratado para dentro de unas semanas recorrer la costa
Ecuatoriana y que cariñosamente llamamos Hamilton. No nos podemos quejar de
nada, Milton, nos llevó de un sitio a otro sin cobrarnos un centavo. Visitamos
el centro histórico, el casco antiguo, el centro del mundo, y seguro que nos
dejamos algo, porque han sido dos días de no parar.
Al día siguiente, después de ver un poco más Quito, volvimos
al orfanato, “al día a día” y a los niños. Les extrañamos, dijeron algunos, y
como no, nosotros a ellos también. Un par de días fuera de allí no nos hicieron
ni mucho menos olvidar esas carillas
manchadas por la sopa de la cena. Ya hablamos de lo mucho que les echaremos de
menos a la vuelta a nuestro verdadero día a día de Universidades, trabajo,
familia y amigos. Habrá un sitio en nuestra metafórica maleta para estos bajitos
y la leche colada.
Leire, Oihane, Seila, Markel, Mercedes, Maialen, Bea, Lutxi, Irati y Jon.
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After two
weeks since our arrival, we have already scheduled almost everything, time to
cook, time to teach, time to go to sleep… We have also figured out our roles
here as if we were Swiss knives which consist of every kind of tools such as
parents, social educators, psychologists, teachers and a long and colorful
etcetera. Actually, despite of the routine, every day here is such an
adventure. A fire at the orphanage, a flood in our own house, pushing a car
into motion when we had just landed at Quito…
But not
only the adventures come to us, we are also looking for them. We have just
spent two days in the capital city, where Amparo, our coordinator, warmly let
us her house. We went sightseeing all around the enormous city in the minibus
drove by Milton, we call him Ha-Milton affectively, the driver we have hired
for our trips to the Amazonas and to the Ecuadorian coast. We are really happy
with the experience, because he guided us through the city completely free. We
visited the historical centre of the city with its big colonial palaces, the
Middle of Earth, climbed the mountain behind Quito to enjoy the view… We have
done so many things that we definitely forget about mentioning something.
Next day,
after finishing our tour around Quito, we came back to the orphanage, back to
the “routine” and back to the children. We
have missed you, some of them told us, and so have we, thought we. A couple
of days in Quito are not enough at all to forget these little faces, with the
dirtiness of the soup of the dinner. We also talked about that we will
definitely miss them when we are going to be back in Spain, back at the
university, at work, with our family and friends and back to our real routine.
There will be room for these little children and for the leche colada in our metaphorical case.
Leire, Oihane, Seila, Markel, Mercedes, Maialen, Bea, Lutxi, Irati and Jon.