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miércoles, 21 de agosto de 2013

Así es Bombay

No  tenía previsto hacer una entrada sobre Bombay. No pensaba que esta ciudad iba a dar para tanto, pero la verdad es que me equivocaba rotundamente. Todo empezó cuando conocí a Elliott en el tren de camino a esta mega-ciudad. Un tipo Inglés de 21 años que también venía de Goa y que casualmente tenía el mismo destino que yo.

Estuvimos charlando gran parte de las 12 horas que teníamos de viaje, echando algún que otro cigarro  destrangis entre vagón y vagón  y como predige nada más verle, hablando sobre música. Desgraciadamente Elliott iba a Bombay para coger al día siguiente un vuelo a Nepal, donde pretendía pasar unos 3 meses, así que no se lo pensó dos veces y aprovechó para salir esa noche conmigo a tomar algo después de dejar nuestras cosas en el hotelillo en el que pasaría los próximos 5 días y situado en una de las zonas menos turísticas de la ciudad. Según nos dijeron e incluso vimos, era una zona de prostitución con lo cual el hotel era una cosa especialmente barata comparada
con el resto de la ciudad.


Esa noche, además de hablar con unos cuantos muchachos de la zona, conocimos a Jordan, un estadounidense de 25 años que estaba en Bombay trabajando como representante de una empresa de Impresión de etiquetas para ropa con sede en Atlanta y que se quedará hasta septiembre por allí. Después de eso y alguna que otra cerveza más con Jordan, Elliott cogería supuestamente sus cosas del hotel en el que estaba yo, para ir en taxi a otro hotel que estaba cerca del aeropuerto.




Al día siguiente yo volvía a estar solo, por lo que con la ayuda de un Shirwan y mi barba desaliñada me dediqué a meterme de lleno en las increíblemente caóticas calles que rodeaban Grant Road, la carretera en la que estaba el modesto hotel en el que estuve alojado. Familias enteras durmiendo en el suelo, gente trabajando la chatarra y restos de muebles como nunca antes había visto, cabras encadenadas a puestos de comida que podrían ser la delicia de cualquier inspector de sanidad y basura, muchísima basura por el suelo. Pero bueno, así es el verdadero Bombay, o lo tomas o no lo dejas, porque sino quien probablemente acabe siendo tomado será uno mismo.

Después de hacer un poco de turisteo a mi manera, decidí llamar a Jordan para ver si le apetecía tomar algo. Estábamos tratando de comprar tabaco  junto a un bar de Colaba (una de las zonas turísticas de Bombay) llamado Gokul bar, cuando de repente alguien me palmeó el hombro como para tratar de decirme algo. Yo ya estaba pensando en rechazar el hachis que me ofrecieran (DE VERDAD AMA), abrí bien los ojos y.... ¡¡era Elliott!!. Había cambiado su vuelo a Nepal al mismo día que yo me iba de Bombay, y como no tengo teléfono indio y él no sabía mi número de habitación me tuvo que encontrar por casualidad. Además, fue tan original que se quedó los 5 días en el mismo hotel que yo.

El resto de los días han sido de turisteo, cervezas por la noche en el Gokul bar, algo parecido a juerga en un club en el que los Indios que había querían parecer "europeos" y comida en los peores antros de Bombay. Ciertamente, la ciudad no tiene demasiado que ofrecer en cuanto a cosas que visitar, pero como experiencia cuenta un rato.

Yo soy aquel que se acojonaba vivo cuando su padre le llevó a ver a Carlinhos Brown tocando por las calles de Bilbao en el 2005 y se inventaba que iba a morir aplastado por la gente para que el bueno de Jose le protegiera. Ahora estoy en un tren con Agra como destino en el vagón de la categoría más baja pensando que lo peor que me puede pasar es que me pique un mosquito, cosa a la que estoy casi inmunizado. Por eso, señoras y señores, la vida va de hechos y experiencias, así que procuren ustedes que no haya mucha gente a su alrededor que desde la ignorancia, la cual como ya saben es la madre del atrevimiento, pongan barreras a sus sueños, ganas de hacer, ver y conocer más. Si pueden, no coman todos los días huevos fritos.

sábado, 10 de agosto de 2013

Agur Pannur

Volviendo al tema del tren... creo que tengo que comentar algo más sobre él ya que es toda una experiencia moverse por este país en este medio. Los servicios no son precisamente el lugar idóneo para operar a corazón abierto, pero pasar unas horas en estos armatrostes es simple y llanamente un regalo para los sentidos. Tal vez haya gente del grupo que discrepe, pero es que yo creo que no hay nada como llegar a tus asiento-cama y que esté ocupado por un tipo dormidísimo, vendedores que a grito pelado anuncian su "Chai-Chai" (Te) mientras uno trata de echar una cabezada u olores que jamás habían saludado a mi olfato.

Esto ya se acaba, escribo estas líneas en una mole de hierro plagadita de gente yendo y viniendo,  que se supone es un tren con destino cercano a Goa. Detrás dejaremos un fin de semana en Hampi, a unas 4 horas de aquí en Jeep, días de juegos y deberes con los niños, arroz con mil tipos de salsas distintas, picaduras de mosquito, misas en Kannada, partidas de mus y trabajos en la aldea de cuando en cuando tediosos pero siempre satisfactorios.

Lo de Hampi fue algo interesante de ver, un pueblito de turisteo plagado de pedruscos y templos con encanto donde la moneda local era el regateo. Además, los que ya estaban aburridos del arroz pudieron dar un descanso al paladar. No nos vino mal ese break, desde luego que no.

Por otro lado, nos ha dado mucha pena despedirnos de la dulce rutina de Pannur. Eso de levantarse casi todos los días a las 6.30 de la mañana para asistir a una indescifrable misa en Kannada no puede hacer otra cosa más que marcar, sea uno religioso o no. Los niños tampoco nos lo han puesto nada fácil, a los pobres les han hecho despertarse a eso de las 2 de la mañana para despedirnos, tampoco será fácil olvidar si es que lo hacemos las mañanas en las zanjas, huertos o similares.

Ahora nos quedan unos tres días en las playas de Goa, luego, muy al pesar de la pobre señora que me trajo a este mundo cogeré un tren a Bombay por mi cuenta. Tras pasar 5 días en el motor económico de India me dirigiré hacia Agra para enamorarme del Taj Mahal, terminando mi ruta, si todo sale como tengo planeado, en la capital del país. El muchacho con barba desaliñada y picaduras de mosquito en los tobillos les tendrá informado. Namaste amigos.

viernes, 2 de agosto de 2013

Saludos Terricolas (SPA) / Hi terrestrians (ENG)


Saludos terricolas,

es lo único que puedo decir después de dos semanas en Pannur. Ya estamos bastante hechos a esta aldea perdida en el sur de India y no ha sido tarea fácil: cortes de luz diarios y muchas veces indefinidos, mosquitos insaciables, colchones de broma y problemas estomacales nada agradables.

Nuestra labor aquí es difícil de definir, ayudamos como buenamente podemos, la mayoría de veces en labores físicas; desde cavar zanjas hasta mover troncos nada ligeros, pasando por limpiar el jardín del colegio en el que dormimos. La verdad es que es bastante durete, pero es a lo que nos hemos comprometido.

Las tardes las pasamos en el colegio en el que nos acogen los jesuitas que tan bien nos tratan, con los niños que también viven aquí o más a nuestro aire y por las mañanas trabajamos como si no hubiese un mañana.

Muchas veces, al terminar nuestras labores campestres volvemos sin apenas fuerzas para jugar con los niños o para ayudarles con los deberes, a pesar de que su grafía se parezca a la nuestra lo mismo que un toro a una tortuga, pero lo intentamos sea como sea. Hay que decir que también dan algo de inglés, ahí ponemos toda la carne en el asador.

En cuanto a lo social, lo cultural, las costumbres y todas esas cosas que me hacen ordenar la escasa barba que tengo... el tema de las castas existe y persiste. La gente que se ensucia las manos es siempre la misma, al igual que son los mismos aquellos que se las lavan y llaman a otros para que lo hagan por ellos cuando les toca hacerlo. Así que cuando vuelva a ese país que se tira de los pocos pelos que tiene y se da cabezazos contra las paredes de su casa embargada en Marina Dor, me acordaré de esta gente que no tiene voz y supuestamente algunos tienen voto.

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Hi terrestrians,

after more than a week in Pannur is the only thing I can say. We are quite used to this forgotten village at the south of India and it was not an easy task: diary electricity cuts and many times undefined, insaciable mosquitos, ridiculous matresses and not funny at all stomach problems.

Our job here is difficult to be defined, we give a hand at the labours we can. In most cases they are PHYSICAL tasks, from trenching, to transport really heavy logs for firewood, through cleaning up the garden of the school. If I tell you the truth I will have to say that it is quite hard, but is what we have committed to.

During the afternoon we spend time at the school where the jesuits that treat us this good are hosting us, or with the children that also live here. In the mornings we work as though there were no tomorrow.  

Many times, after a few hours working in the campsite we come back almost with no strength  for playing with the kids or so tired to help them with their homework even though their graphy is as similar to ours as a bull is similar to a turtle, but we try it anyway. It must be said that they are also learning some english at school.

Regarding to the social, the cultural, the costumes and all those things that make me tidy the sparse beard I have, I have to say that the castes still exist and persist. The people who work is always the same, as is always the same people those who do not want to  get their hands dirty and call others to do it instead of them. So when I go back to that country that is v against the wall of its repossessed house, I will remember about this people who do not have voice and supposedly some of them can vote.